Helena en Odisea

La Odisea es un poema con varios contrapuntos y modelos donde se reflejan la sociedad y cultura de la antigua Grecia. Sin duda, uno de lo más interesantes es la visión sobre las mujeres encarnada en dos modelos contrapuestos: la fiel Penélope y Helena de Troya, fascinante personaje que va más allá de su papel en la guerra y que es especialmente interesante en Odisea y en el canto IV, el cual vamos a consignar, pues refleja la relevancia de una mujer que fue venerada como diosa y heroína, especialmente en Esparta. Nos encontramos en la corte de Esparta, a donde llega Telémaco para obtener información de su desaparecido padre, Odiseo. En ese acto, escena típica de banquete donde se demuestra que una sociedad es justa ofreciendo hospitalidad, vislumbramos el carácter diferencial de Helena, y su especial relevancia en la corte, donde es reina y ostenta poder e importancia. Helena reconoce a Telémaco: “(….)como éste se asemeja al hijo del magnánimo Ulises, a Telémaco, a quien dejara recién nacido en su casa cuando los aqueos fuisteis por mí, cara de perra, a empeñar rudos combates con los troyanos” (Odisea,4:140-141).

Aquí comprobamos que ella se culpa como la causante de la Guerra de Troya, pero vemos que ha sido perdonada y ha vuelto a ocupar un lugar preeminente en la corte De ahí que Helena se convierta en “aedo” para intentar aliviar las desdichas de Telémaco y hacer olvidar al auditorio las funestas consecuencias de la guerra. Es una Helena que recibe al hijo de Odiseo en busca de noticias en categoría de reina y luego relata las aventuras en Troya, mostrando al lector su importancia en la corte de Esparta, en un mundo mayoritariamente masculino. Como indica Mosse “su entrada en la sala de banquetes (…) es desde luego la de una reina, tanto por su porte como por los objetos que la rodean (…)” (Mosse,1990:26). Ella toma la palabra, y se le permite estar entre los hombres a la misma altura que ellos. Helena, tantas veces estereotipada, tan a veces injustamente tratada, mira a los ojos al mundo masculino griego y mantiene la cabeza alta. Durante todo el canto IV se erige como protagonista, primero reconociendo a Telémaco, luego muestra sus dotes de maga, “y en el vino que estaban bebiendo les puso una droga/ gran remedio de hiel y dolores y alivios de males” (Odisea, 4: 220-s). Y ahí empieza su relato. Helena, para intentar levantar el ánimo, cuenta una historia en torno a Odiseo, ensalzando su heroísmo. Lo vemos en el siguiente verso: “y después de matar con el bronce un sinfín de troyanos, con los otros tornó sabedor de mil cosas” (Odisea, 4: 257-258). Helena toma el papel clásico de los aedos y agradece a Zeus sus intervenciones en la guerra, “A su gusto da Zeus a los hombres, pues todo lo sabe”(Odisea, 4: 237). La función tradicional del aedo era remarcar los usos y tradiciones de la sociedad griega, esas leyendas divinas y heroicas subrayaban los valores hegemónicos. Más allá del reflejo social de lo cantado por Helena, estos actos de la reina, el contar las historias, aliviar las penas de los hombres, reconocer a Telémaco, avisar a Menelao o mezclar la droga en el vino, hablan de una Helena como figura central, respetada, ya perdonada su infidelidad y recuperado su estatus. Se muestra como la Odisea desarrolla el mundo de la Ilíada ofreciendo nuevos significados que aportan una mayor riqueza cultural y sociológica. Y ahí surgen las figuras de las mujeres, más protagonistas, variadas y elaboradas en la Odisea que en la Ilíada. Y entre todas ellas, Helena rompe con su figura pasiva, tan habitual en personajes femeninos, para emerger, como lo que era, un personaje de gran importancia con muchos más matices que los que la han hecho famosa durante siglos.

BIBLIOGRAFÍA

Mosse, C. (1990) La mujer en la Grecia Clásica. Madrid: Editorial NEREA.

Pabón, J.M. (1982) Homero. Odisea. Madrid: Editorial GREDOS.

Deja un comentario

WordPress.com en Español

Blog de Noticias de la Comunidad WordPress.com

Diseña un sitio como este con WordPress.com
Comenzar